Cuento de terror en el que una familia da refugio a otra en su casa durante una catástrofe sobrenatural en un bosque de los Estados Unidos. Más allá de que su encuadre genérico está fuera de discusión, la película opta por la privación de la visualización de la amenaza y funciona más como un drama de supervivencia que como un cuento de terror. Hasta allí todo bien. El ritmo moroso, la apuesta por la contención, el gusto por la sugerencia y cierto tono arty pueden funcionar sin problemas dentro de estas coordenadas. Pero la apuesta minimalista de la trama no puede esconder la ajenidad del conflicto (el comienzo con la muerte del abuelo del que nada sabemos), el vacío de los personajes, lo raquítico de las actuaciones y lo forzado del guión. Tampoco ayuda que la oscura fotografía no deje ver el rostro de los actores en el 85% de las escenas (en el otro 15% utilizan máscaras de gas).