Drama en el que la esposa de un industrialista tiene un affaire con un cocinero amigo de su hijo en Milano. Guadagnino trata de entrar por la puerta grande de las cenizas del cine italiano: referencias a Visconti y Antonioni, retrato de la alta burguesía contemporánea e historia de amor adúltera. Pero algo luce artificial ya desde el comienzo. Sólo esa gran actriz que es Tilda Swinton, con sus pequeños gestos, contención y dominio bilingüe, puede sostener la propuesta y evitar el tono kitsch que predomina. Porque los planos cenitales insertados de la nada, los montajes de flores e insectos, las escenas de sexo y los excesos de la fotografía y la banda sonora no llevan a ninguna parte. En el fondo la muerte accidental es una gran contracción del guión que no puede ser tomada más que como un mal chiste. Los directores italianos de hoy atrasan. La qualité europea sigue abriendo dudosos espacios para la “creación artística”. Puro humo.