Película bélica en la que un grupo de soldados americanos judíos planean matar a los nazis en la Francia ocupada durante la segunda guerra mundial. Inspirada en Quel maledetto treno blindato (1978). Tarantino defrauda todas las expectativas creadas por Death Proof (2007) porque el género le resulta ajeno, porque vuelve la violencia de juguete de sus peores guiones, por el nulo contacto con la realidad, por la reiteración de ciertos motivos marca de fábrica y por caer en errores que hasta ahora nunca había cometido. Un film así platea la incógnita de si sólo se trata de una concesión pasajera o el inicio de la decadencia. Ampliemos. El cruce con el western carece de profundidad y validez. El grupo de soldados judíos no resulta ni gracioso ni amenazante. Recurrir a una débil trama autorreferencial al cine habla de las limitaciones de Tarantino respecto a la historia. Volver a utilizar dos canciones de Kill Bill: Vol. 1 (2003) es casi una estafa. Y la inserción de breves fogonazos a manera de flashbacks remite a los peores recursos de Guy Ritchie. La sospecha sobre que su cine basado en la dilatación temporal, en la frescura de los diálogos y en la cinefilia galopante no hace más que esconder un profundo vacío se hace más presente que nunca. Sólo para destacar un par de set pieces de suspense y la utilización de un tema de David Bowie. Igualmente es demasiado poco. Tarantino debería tomar nota de Takashi Miike para cruzar los géneros y no caer en la indulgencia.