Drama en el que la esposa de un embajador francés atrae una corte de admiradores en Calcuta en la década de 1930. A partir de la utilización del sonido que hace Duras en la que las voces se superponen, los diálogos se repiten y el relato se duplica, hay una constante sensación de extrañamiento hacia las imágenes que convierten a la película en una experiencia sensorial de temperaturas, olores y tactos y en la que los planos fijos (que desafían toda narratividad) se quedan grabados en la memoria.
