Drama criminal en el que un joven asesina a una familia de un pueblo de Kansas. Basado en un caso real y la novela de Truman Capote. La película mezcla ciertos arquetipos del género policial, la búsqueda de un realismo casi documental en la puesta en escena y la adaptación de la prosa de Capote en cuanto a la importancia de los detalles y el retrato de los personajes. Richard Brooks es uno de los pocos directores clásicos todavía trabajando en Hollywood en la década de 1960 que no teme a la experimentación de las nuevas olas. Más allá de los flashbacks de recuerdos de Perry quedan un poco fuera de lugar, el mayor mérito del film es el tono distante, seco y anti sentimental que adopta para narrar una crónica dura.