Biopic de Bob Dylan a partir de seis encarnaciones que representan períodos de su vida desde 1959 hasta fines de la década de 1970. Luego de dos experimentos formales arriesgados como Velvet Goldmine (1998) y Far from Heaven (2002), Haynes se mete en un terreno complicado. Trata de salir con un rompecabezas narrativo, referencias a distintos estilos cinematográficos, seis actores que interpretan a Dylan y un retrato de la historia de Estados Unidos de la segunda mitad del siglo XX. El resultado es tan pretensioso como falto de inspiración. Los principales problemas son que las canciones de Dylan tienen poco valor cinematográfico, los diálogos giran sobre el vacío del guión, la disparidad de los segmentos, las actuaciones y los recursos es notoria, el episodio de Richard Gere como Western termina de enterrar al producto y hay nula unidad del proyecto en su conjunto. El film es un capricho carente de gracia. De los directores indies surgidos en la década de 1990 Haynes era el último que faltaba tirar la toalla. Ya no queda nadie.