Giallo en el que un asesino serial mata a mujeres recién casadas en Paris. Las referencias inevitables son Psycho (1960) y Peeping Tom (1960), aunque también hay un llamativo parecido futuro con American Psycho (2000). Bava no se interesa en los asesinatos, sino en penetrar en la mente de un personaje que carga un trauma de la niñez y sufre esquizofrenia. En ese sentido, las alucinaciones resultan excelentes.
El film es más un psycho thriller que un giallo o un slasher, aunque también puede verse como una comedia negra. Bava hace un impresionante despliegue visual para enriquecer el planteo narrativo del guión. Las sutiles pero progresivas inclusiones de flashbacks, los detalles visuales en los asesinatos, las alucinaciones del protagonista y la arquitectura de la casa en que vive dan un tono mental al relato. Bava se adelanta al planteo de Kubrick en The Shining (1980). Lo más aterrador entonces no son los asesinatos que comete sino la pérdida de las coordenadas con lo real. Asimismo, en esta película Bava debe haber filmado alguno de los más bellos planos detalle de la historia del cine: el picaporte, el hacha de mano en la bandeja, la taza, los vasos, la vela. La influencia de este film se deja ver en dos de los mejores psycho thrillers americanos de fines de la década de 1970 y principios de la de 1980: Don’t Go in the House (1979) y Maniac (1980), especialmente en cuanto a la función y la estética de las alucinaciones que sufre el protagonista.