Retrato de los últimos días de la aristocracia italiana en Sicilia antes de la unificación de Italia en la década de 1860. Resulta justo que Visconti haya sido el encargado de adaptar la novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa dado su origen noble compartido y porque los temas, personajes y situaciones son ideales para su estilo. En apariencia Visconti opta por una puesta en escena bastante distante y descriptiva, aunque la reflexión simbólica (sobre leopardos, leones, ovejas y chacales) y la larga secuencia del último baile se presten a interpretaciones más profundas. La sola visión de Claudia Cardinale mordiéndose el labio inferior vale las tres horas de duración del film. De hecho, Visconti demora sus tres apariciones para darle mayor efecto.
Visconti es uno de los grandes adaptadores literarios de la historia del cine, no porque sea fiel o respetuoso a las obras origen, sino porque la novelas o cuentos, en sus manos, adquieren un plus de goce extra. Él hace un trabajo previo que pone en términos cinematográficos todo el ambiente y el clima de la novela, por lo que cuando recurre a los diálogos, los personajes y las situaciones originales no hacen más que lucirse. En este caso hay un gran trabajo de reconstrucción ritualística de los acontecimientos (las misas, las cenas, las batallas, los bailes) que no impide la inclusión del humor en un tono bastante similar al de la novela.