Aventura en la que un arponero con la cara desfigurada se convierte en un tirano en la Isla de Galápagos en el siglo XIX. Hellman hace su film más exuberante visualmente, abstracto y violento al mismo tiempo, enfatizando los contrastes entre el agua y la tierra, la libertad y la esclavitud. A mitad de camino de la fábula perversa y el horror lírico, recuerda al trance de la naturaleza de Werner Herzog y a algunos experimentos de Jaques Rivette.