Comedia romántica en la que un oficial francés se casa con una teniente americana en Alemania poco después de la segunda guerra mundial y debe hacerse pasar por una novia de guerra para poder entrar a los Estados Unidos. Howard Hawks utiliza el disfraz de la screwball comedy para hacer una película que deja ver en el fondo los horrores de la guerra apenas terminada y que pasada su mitad por momentos se vuelve angustiante por el retrato que hace de la burocracia administrativa del ejército americano. De hecho Hawks no está lejos del neorrealismo italiano. Si cambiamos la cama que busca afanosamente el protagonista para dormir por una bicicleta es la misma historia. Pero lo que verdaderamente le interesa es el tema de la dignidad que va mucho más allá del hecho de que el protagonista tenga que hacerse pasar por mujer para estar con su esposa o del mero “hacer lo correcto”. Tiene que ver con la libertad personal del disponer del propio cuerpo. La metáfora de la sociedad de campo de concentración aparece reiteradamente a lo largo de la película. En la última imagen encuentra esa toma subjetiva que se insinúa durante toda la película y que expresa todo el horror de lo vivido, aunque con una cuota de humor: la estatua de la libertad, pequeña y lejana, enmarcada por la ventana del camarote en el que el protagonista finalmente puede pasar un tiempo a solas con su esposa.