Comedia dramática en la que un estafador gay conoce a un chico en la cárcel y se convierte en abogado en Texas en la década de 1990. Inspirada en un caso real. Otra pareja de guionistas (de Terry Zwigoff y Richard Linklater, entre otros) da el paso a la dirección con un poco más de brío del acostumbrado, pero también les termina faltando el toque final. El film es un relato de ascenso y caída con algunos condimentos imprevistos. El sutil y oportuno gusto por el slapstick conecta con la screwball comedy, las escenas de amor de la pareja no pasan de unos besos, las indagaciones en las potencias de los falso son siempre sugerentes y, por último, el personaje de Carrey lleva las apariencias, la necesidad de aceptación y la mentira a niveles patológicos. Pero la película no puede evitar caer en los excesos de guión, en la utilización de la voz en off, en el cambio de focalización del relato y en la estructura de gran flashback. Todo ello termina debilitando el poder de las actuaciones y la puesta en escena. Lo que queda del conjunto tampoco ayuda: el personaje de Ewan McGregor es nulo (sólo se salvan un par de gestos), la primera esposa no pasa de comparsa y tanto la música hawaiana como la fotografía luminosa se agotan pronto. Aun así, el film es uno de los pocos aportes dignos de la productora EuropaCorp de Luc Besson.