Cuento de ciencia ficción en el que un psiquiatra lleva una chica a un asilo donde un doctor experimenta con sus pacientes en Norteamérica. Las películas del holandés Rene Daalder siempre combinan postulados de serie b, alguna alegoría política, humor absurdo, una pizca de surrealismo y un nada disimulado romanticismo que lo confirman como una de las personalidades más extrañas del cine fantástico moderno. Luego de Habitat (1997) por primera logra estrenar dos films en seguidilla. Pero esta vez no logra ensamblar algunos temas atractivos (la locura, la ciencia, el arte), un tono que varía entre la comedia negra y el cuento gótico y los delirios del guión (la consciencia grupal, la resolución desconcertante) con un punto de vista coherente y riguroso. Tal vez porque Michael Maloney como leading man carece de atractivo o la amenaza termina siendo muy abstracta. Igualmente podemos disfrutar de la inquietante Emmanuelle Vaugier, unas indescriptibles escenas de baile de Amanda Plummer en silla de ruedas y una psicotrónica escena de sexo montada en paralelo. A mitad de camino del cine autor, la vanguardia y el exploit, Daalder sigue escapando a las clasificaciones fáciles.