Imágenes sin sonido de los pasillos, las habitaciones y los ascensores del Hotel Monterey en New York. Akerman explora los espacios vacíos con bellos colores de la fotografía en 16 mm granulada, personas que ocasionalmente aparecen y movimientos de cámara en estado de trance. El experimento está más cerca de la pintura y la fotografía que del cine. Llega un momento que la falta de sonido le da un tono introspectivo a las imágenes, la arquitectura adquiere cierto antropomorfismo y el film se convierte en una experiencia surreal.