Melodrama en el que un bailarín es engañado para una boda arreglada por su hermano en una comunidad de gitanos. El film es lo más cerca que Ray estuvo de la comedia, pese a que los personajes todavía cargan un resto de angustia existencial, y del musical, por el provecho que saca del cinemascope, el color y los planos generales. Al igual que Johnny Guitar (1954), Ray es capaz de llevar la historia hacia la abstracción. Los bailes, los cuerpos, el color, las peleas, el deseo y el movimiento valen por sí mismos independientemente de la trama.