Thriller de acción en el que un asesino a sueldo entrenado desde niño debe matar al primer ministro de Rusia. Teniendo en cuenta los antecedentes de las adaptaciones al cine de videojuegos, la presencia de la productora de Luc Besson y la “basurización” de los subproductos de Jason Statham, el resultado final de la película no es tan despreciable. El film gana por el constante movimiento y los constantes cambios de lugar, por lo poco que explica del personaje y de la situación y por algunas posturas de la actuación de Timothy Olyphant. No toma al espectador como un completo imbécil. Pero es poco lo que puede hacer Gens con un montaje que llega a los tres planos por segundos, los cartelitos tipeados de las locaciones y la filosofía bazuca de las secuencias de acción más que colar algún plano con sentido cada 30 minutos. Esta vez la insípida Olga Kurylenko, antes de Max Payne (2008) y Quantum of Solace (2008), muestra más piel y un poco de corazón. Eso sí, Dougray Scott está más pintado que en Mission: Impossible II (2000) al lado de Tom Cruise y la importancia de la trama política es tal que el villano podría ser un zapatero. Básicamente hemos llegado al punto donde la calidad de estos films sólo depende de la calificación por edad: PG-13 o R.