Comedia dramática en la que un estudiante de filosofía pide 100 mil dólares al padre mafioso de su novia para arreglar una apuesta en un partido de básquet en la universidad de Harvard. Los temas y obsesiones adolescentes de Toback son las mismas de siempre: el sexo, el lesbianismo, las drogas, la filosofía barata, la mafia, las apuestas, la música clásica, el hip hop. Pero por fin reciben un tratamiento cercano a la comedia, a la hipérbole y a la parodia. Por momentos se tornan insoportables la música de Bach sampleada con hip hop francés, los planos generales en formato panorámico que se mueven, los jump cuts y flashbacks innecesarios, el viaje de LSD del protagonista que dura 30 minutos de película o las alucinaciones con efectos visuales de caras deformadas. Pero estos recursos no hacen más que acentuar el gran chiste que el film es en sí. En el fondo Toback no deja de ser inofensivo: las escenas de sexo son siempre con la ropa puesta, los actores se interpretan a sí mismos, las drogas y los mafiosos no matan a nadie y todo se resuelve de forma más o menos feliz. Pero es bueno que por fin lo reconozca. Toback tal vez haya encontrado su lugar entre el esnobismo crítico y la autopromoción como un simple payaso.