Secuela de Halloween (1978) en la que el asesino continúa durante la misma noche la persecución de Laurie en un hospital del pueblo de Illinois. El film pierde la contención (muchos más personajes, asesinatos y gore), la coherencia (al agregar ahora el hecho de que la protagonista y el asesino son hermanos), y, por ende, el encanto del film original. Lo único para destacar es la escena en la protagonista trata de gritar y no le sale la voz, una idea salida de la más angustiante pesadilla.
Que la película transcurra en un hospital ya es un indicio de que el slasher entra en su fase moribunda o, al menos, de que está enfermo. Al continuar la historia en el preciso momento en que terminaba el capítulo anterior, el film se compromete a ciertas encrucijadas de las que no puede salir (tener la heroína en cama durante casi toda la duración, la nula identificación con las víctimas a punto de morir). Aún así la película se desmarca del típico slasher con el que estaba compitiendo en el momento de su estreno ya sea por la disposición de medios (el presupuesto de 2.500.000 $ lo hace ver como un slasher lujoso), por ese planteo argumental, por la ambientación o por el uso del formato panorámico. Pese a que varios asesinatos quedan en off visual, Carpenter (autor del guión) nuevamente escenifica la aparición de Michael Myers desde los cuatro cuadrantes de la pantalla (abajo, izquierda, derecha, arriba) al momento de matar. Esta vez agrega también agrega el fondo de la imagen (en una bella solución visual la cara blanca del asesino surge sobre un fondo de negro de sombras mientras una de las enfermeras retrocede al encontrar el cadáver de un doctor). Rosenthal utiliza mucho más la cámara subjetiva que el film original (pese a la impresión que puede dar, Carpenter sólo la utilizaba en el plano que abre el film). Donald Pleasence continúa sus divagaciones filosóficas sobre la naturaleza del mal y ya empieza a desvariar. Esta vez llega hasta los rituales de los druidas y el inconsciente. Queda claro que su función no es atrapar al asesino, sino ser un efectivo y oportuno comic relief.