Tragicomedia en la que un ladrón se salva de la condena a muerte en una isla bajo una dictadura. Wallerian Borowiczyk recurre a una fotografía en blanco y negro muy nouvelle vague y planos fijos típicos de la comedia muda para hacer un film inteligente e incisivo. A la vez que filtra una pizca de erotismo: las mujeres que se bañan antes de atender a sus clientes, la escena de sexo desencadena un conflicto por los prismáticos.