Comedia dramática en la que el dueño de un bar de strippers de New York se juega todo el dinero de los salarios de sus empelados en la lotería. Ferrara da un giro radical en su obra luego de que había llegado a una especie de callejón sin salida a partir de la trilogía de la confusión (The Blackout (1997), New Rose Hotel (1998) y ‘R Xmas (2001)) y la indiferencia con que fue recibida Mary (2005). Convencido de que no tiene que demostrarle nada a nadie dentro del panorama de los grandes autores del cine americano contemporáneo, se mete en un género complicado e impensado para él, la comedia, y los resultados son más que aceptables y satisfactorios. En el retrato de personajes, la libertad con que se exponen las historias y el trabajo de los actores encontramos los fundamentos que se encargan de sostener el relato en todo momento: un Willem Dafoe excéntrico y desaforado, un Bob Hoskins con una sobriedad que causa gracia, un Matthew Modine como peluquero de éxito, una Asia Argento tan imprevisible como siempre y una Sylvia Myles que se roba el show con sus one liners. Si eso le sumamos una mirada decadente a un submundo, la belleza de las bailarinas nada obscena y una buena selección de música para amenizar la función, estamos cerca del paraíso cinematográfico. Ferrara se olvida momentáneamente de las drogas, la violencia y la religión y da muestra de lo que pudo (puede) ser su carrera como director independiente.