Comedia infantil en la que la prima de trece años del doctor Frankenstein llega al castillo y se hace amiga del monstruo en Europa en el siglo XIX. La película forma parte de la “brillante idea” de Charles Band de adaptar los monstruos clásicos del cine de terror para el público infantil con una duración de mediometraje aprovechando sus estudios en Rumania. Pero cuando el cine exploitation trata de recurrir al prestigio literario, el resultado siempre está cerca de la estupidez. Del proyecto de doce films sólo se realizaron dos. Si bien la ambientación en locaciones reales y la puesta en escena está más elaborada que de costumbre (para los estándares de Full Moon), poco se puede rescatar de semejante propuesta. Porque el monstruo parece más un vampiro, una momia o el increíble Hulk que un cadáver resucitado (aunque como siempre genera algo de simpatía). La historia ya es harto conocida, pero la velocidad con que es narrada y la ausencia de variantes la vuelven insípida. Eso sí, DeCoteau se las arregla para introducir un inuendo homosexual en la relación entre el doctor y su asistente.