Comedia dramática en la que un agente publicitario conoce a una chica con la que empieza a convivir en Estocolmo. En relación a sus dos primeros largometrajes Hallström gana en términos de montaje con el uso de las secuencias de publicidades, fantasía y animación. Narrativamente cierta ironía hace soportable las imágenes. Pero aparecen otros problemas: la imaginación filtrada por el cine de baja estofa de Hollywood, el retrato de los personajes depende de sus consumos y la naturaleza burguesa del conflicto.