Drama en el que un padre y su hijo, ambos militares rusos, comparten un fin de semana en un departamento en Lisboa. Sokurov se muestra no tan contemplativo como sus últimos trabajos y aplica un montaje más activo. Por momentos parece que se deleita con cierto homoeroticismo que celebra la belleza masculina. Las imágenes aplanadas, deformadas por el lente o coloreadas son el único aliciente de un film que queda raquítico de conflicto y carente de profundidad en la exploración de la relación paterno-filial.