Cuento de ciencia ficción en el que un bombero encargado de quemar libros en una sociedad que los prohíbe toma conciencia de lo que está haciendo en el futuro. La película tiene excelentes ideas como los créditos recitados (porque no se puede leer). La ambientación no dispone de un gran presupuesto, pero se las arregla bastante bien y los trenes voladores resultan originales. Las personas-libro que memorizan todo el contenido de una obra para poder recitarla (una idea sacada de la novela de Bradbury) le dan al final un toque lírico.