Cuento de terror en el que cinco de amigos van a una cabaña en medio de un bosque y se encuentran con un Pie Grande en Texas. Habiendo visto los cinco films que Eduardo Sánchez realizó hasta ahora, puede decirse que su cine de terror tiene un tema o un motivo que lo anima: el problema de lo visible, de cómo visualizar la amenaza o cómo representar lo sobrenatural. No es un problema nuevo en la historia del cine de terror. Las producciones de Val Newton en la década de 1940 dieron una solución tan original en su momento como poética en la ejecución. Y si bien el planteo o las respuestas de Sánchez no son las mismas, no deja de ser estimulante que el cine en plena propagación digital siga planteando los mismos interrogantes de forma diferente. La bruja que nunca aparece en The Blair Witch Project (1999), el alien cubierto de Altered (2006), los esquivos demonios de Seventh Moon (2008), el padre que se le aparece a Molly (pero nunca vemos) en Lovely Molly (2011) y ahora este Pie Grande que vemos poco aquí son los referentes en los que se manifiesta el problema. Si bien los resultados tienden a ser más estimulantes mientras menos se muestra la amenaza, en este caso Sánchez parece encontrar un equilibrio entre ambos polos. En este punto resulta fundamental introducir la noción de movimiento como equivalente de la luz. El momento más aterrador de Exists se produce justamente cuando uno de los últimos sobrevivientes logra ver (gracias a una cámara de visión nocturna) la figura quieta del Pie Grande en el fondo de su cueva. Es un bello paralelismo entre las potencias de la luz y del movimiento.