Cuento de terror y ciencia ficción en el que un policía investiga un asesinato y robo de cadáveres de un cazador extraterrestre en Estados Unidos. Tenney retoma el motivo de uno de sus mejores trabajos, Peacemaker (1990), que era un modesto exploit de The Terminator (1984), para continuar haciendo películas de clase B con indudable encanto. En este caso hay varios puntos de atractivo: los desnudos gratuitos y totales del principio, un guión que se toma su tiempo para explicar lo que pasa, pinceladas de humor en el retrato de los personajes, efectos visuales de una precariedad absoluta y la parábola sobre la protección de los animales. El resultado es tan anacrónico como disfrutable. Sin embargo, el ocultamiento del bajo presupuesto tiene sus límites (la película fue filmada en Lituania para abaratar costos). Los decorados y las secuencia de acción no pueden lucir de ninguna manera, el papel del cazador es muy poco inquietante y la resolución se decanta por un anti clímax previsible. Eso sí, Eric Roberts es una de las glorias de la clase B (alguna vez será reconocido) y Arnold Vosloo aporta su parquedad habitual. Tenney sigue haciendo películas como si estuviera en la década de 1980. Sólo por eso hay que reconocerlo.
