Thriller de acción sobrenatural en el que un ex policía trata de evitar que el diablo posea a una joven mujer en New York. El cruce de los géneros de acción y terror es una temible combinación que por lo general se resuelve como thriller convencional. Lo peor es que no agrega nada que no se haya visto en ambos géneros por separado. En este caso de las secuencias de acción sólo se destaca la del helicóptero y, en cuanto al horror, al guión sólo se le ocurre dar vuelta el número 666 para justificar la aparición del Diablo en 1999. Los horripilantes personajes (Schwarzenegger haciendo de padre sufridor y Robin Tunney con un severo problema de idiotez) tampoco ayudan. La última media hora cae en el más puro convencionalismo y el happy end toma como imbécil al espectador. El diablo es una especie de ave demoníaca transparente y también asume los rasgos de Gabriel Byrne, que intenta vanamente darle un poco de elegancia al conjunto. Los diálogos irónicos tratan de explotar el mismo sentido del humor de The Devil’s Advocate (1997). Lo mejor termina siendo el prólogo con una secuencia que incluye al Vaticano, un nacimiento y la aparición del diablo como si fuera un asesino de un slasher. Pero el film prefiere las explosiones, los disparos y el fuego antes que por el gore o el sexo, más allá de una tórrida escena de incesto. Agrega también tres alucinaciones de la joven que precisamente arruinan esas escenas. La ambientación en New York en vísperas del año nuevo recurre a un constante uso de la radio y a unas iglesias que enfrentan unos pocos explicados casos paranormales.