Drama en el que una vedette a punto de cumplir 50 años visita a su sobrina para su cumpleaños de 15 en un pueblo de la provincia de Buenos Aires. En su segunda película como directora Berneri da un paso adelante respecto a su ópera prima. Esta vez la puesta en escena es más acorde al material y al personaje con los que trabaja. Berneri aprovecha la presencia de Silvia Pérez (la persona, la actriz y el personaje se confunden en todo momento), los pequeños detalles del cuerpo (las manos, los hombros, la piel) y la inteligencia del guión para tratar los temas (el paso del tiempo, los prejuicios de la familia) sin explicitarlos. La película conecta con algunas propuestas del cine independiente americano estilizado como Bottle Rocket (1996) de Wes Anderson y Lost in Translation (2003) de Sofia Coppola. También se permite al pasar una cita sutil a Lolita (1962) con los anteojos de la sobrina. En la suspensión del tiempo narrativo el film encuentra sus mayores virtudes. El tono de leve comedia, la emoción contenida y el viaje de redescubrimiento desembocan en una sensata resolución. La película aprovecha el paso del tiempo para reinventarlo. El aporte de Martina Juncadella con su voz levemente afónica y su cuerpo de niña/mujer le da frescura y autenticidad al personaje de la sobrina. Encarnación es una de las propuestas más estimulantes del cine argentino de la década de 2000.