Drama en el que un director de cine se propone hacer un film de amor sobre tres parejas de distintas edades en Paris. La película está dividida en dos partes. La selección de los actores en Paris, con un blanco y negro muy nouvelle vague, y un largo flashback de un proyecto frustrado dos años antes, con radiantes colores digitales de la actualidad. Jean-Luc Godard logra plasmar algunas de sus preocupaciones de siempre con otras más recientes (el cine no cuenta historias sino la Historia). Recupera algo de la sensación de inmediatez y de lo concreto, que estaban ausentes en sus últimos trabajos demasiado herméticos, ombliguistas y abstractos. La utilización de la música que recuerda un poco a Eyes Wide Shut (1999) y el uso del sonido ambiental (el zumbido de la metrópolis que se hace natural) resultan ejemplares. Quedan frases (“Hay que hablar de las cosas, no sobre las cosas”), ideas (el joven y el viejo se pueden definir, el adulto no) y referencias (Victor Hugo, Picasso, Bresson). Godard ataca directamente a los Estados Unidos, un país sin identidad, memoria, historia, debate, que comercia imágenes y que, como no tiene nombre, asume todos los nombres. En la primera parte casi todos los planos son fijos. En la segunda parte experimenta con el color y la movilidad de las cámaras digitales. Del contraste surge cierta belleza. El film es un elogio a la resistencia de Godard.