Drama en el que un abogado de Buenos Aires hace un viaje de negocios a Victoria, Entre Ríos y decide quedarse un día más asumiendo otras identidades. A diferencia de Sólo por hoy (2001), Rotter adopta un corte más clásico en la puesta en escena. El film tiene una elegancia visual poco habitual para el cine argentino contemporáneo. Pero el guión es tan obvio en su intento de ser sutil (la toma de consciencia del paso de los años, la cercanía de la muerte) que la película termina siendo anodina. Julio Chávez entiende a la perfección el juego en el que entra su personaje de estar sin estar en la escena, pero no es suficiente para sostener el planteo del film.