Comedia dramática en la que un escritor casado enfrenta la partida de casa de sus hijos adolescentes en Buenos Aires. El film sobrevuela temáticas atractivas (el proceso de creación artística, los problemas de un matrimonio adulto, las fantasías de infidelidad con una mujer joven) y adopta un tono onírico en algunas escenas. Burman muestra capacidad para observar las conductas y las actitudes que definen al protagonista. Pero la chatura de su puesta en escena no puede conciliar el costumbrismo, el realismo, la veta onírica y el proceso de creación artística. El film se transforma en un análisis algo superficial de la personalidad de un hombre inseguro pese a su posición en el que se dan cita con un tono distendido la tristeza, la soledad, la búsqueda, cierta inquietud, el apego y finalmente la reconciliación. Pese a un indisimulable aire de Woody Allen (las charlas de intelectuales burgueses, las fobias y enfermedades del protagonista, el ingenio y la rapidez de los diálogos), su cine se vuelve cada más uniforme. Llega un momento en que la infidelidad del protagonista con la odontóloga, las apariciones del psiquiatra/amigo y el viaje a Israel a visitar a la hija devienen caprichos de un guión carente de imaginación. Burman, lejos de ser un autor, se confirma como uno de los directores argentinos más activos (un film cada dos años durante una década).