Comedia musical de terror en la que un bailarín se hace pasar por el fantasma de la ópera para que dejen ensayar a su compañía en un teatro de Buenos Aires. Carreras monta un desfile de monstruos: Frankenstein parece un alcohólico demacrado, el hombre lobo es un perro, Dracula usa un monóculo y el hombre invisible viste un sombrero. Todo es muy inofensivo, no hay amenaza real para ser considerada película de terror. No hay sustento de ningún tipo para la trama, pero la puesta en escena tampoco puede sacar provecho del escenario. Los films de reunión de monstruos de Universal de la década de 1940 sería el modelo. La escena en que el protagonista habla a la cámara es vergonzosa. Carreras muestra cierta impronta de empresario del espectáculo, pero sus ideas nunca se traducen en imágenes.