Drama en el que un cura gaucho se pone al frente de un asentamiento en Córdoba en el siglo XIX. La desacralización de la figura del cura ya es temprana en el cine argentino. Al personaje de Enrique Muiño siempre lo vemos ayudando en las tareas terrenales y rara vez en la iglesia. Igualmente la secuencia del agua que llega al pueblo es efectiva.