Drama en el que dos parejas de hippies viven en una casa en un bosque de Austin, Texas. Tobe Hooper debuta en la dirección con una estética y unos personajes que anticipan algunos de los motivos de The Texas Chainsaw Massacre (1974), pese a que este film se ubica en las antípodas del género de terror. Entre la discontinuidad narrativa, el realismo de la puesta en escena, algunas fugas surreales, unos artesanales efectos visuales y cierta pretensión experimental (speed up footage, largos planos fijos, jump cuts), Hooper da un testimonio de primera mano de un estilo de vida que en su desapego a lo establecido encuentra sus propios fantasmas. La película en ningún momento se vuelve discursiva, pero luce más auténtica que la mayoría de los films americanos contraculturales de fines de la década de 1960.