Tragedia en la que un rey mata a su padre y se casa (sin saberlo) con su madre en la Antigua Grecia. Con este film el cine de Pier Paolo Pasolini empieza a ser voluptuoso no sólo en las ambiciones, sino también en las formas. Parece mentira que en algún momento el suyo también fue un cine popular. La aportación personal que hace a la tragedia de Sófocles yace en el complejo mutuo de padre e hijo que se odian y se aman y en escenificar las escenas de sexo de la madre y el hijo. Resulta un ejercicio atractivo comparar esta película con el peplum de goma y cartón que se hacía en Italia hasta principios de la década de 1960, incluso en las secuencias de acción.