Drama en el que un DJ de música electrónica busca su lugar en la vida desde principios de la década de 1990 hasta la actualidad. Hansen-Løve hace un film mucho más ambicioso que sus tres anteriores. Ya sea por el retrato sentimental y laboral del protagonista, por abarcar más de 20 años, por una compleja selección de las canciones de la banda sonora o por el retrato de la escena underground de la música electrónica en Francia durante ese período. Pero el film nunca pierde la inteligencia y la sutileza de la puesta en escena. La negación a cambiar del protagonista pese al paso del tiempo le da al relato un tono más dramático en su parte final. El film combina los estados de ánimo del estilo musical que él busca: la euforia y la melancolía. Más allá de todas las fiestas, del éxtasis de la música y de las salidas nocturnas, al film lo atraviesa un constante sentimiento de melancolía (ya desde la escena de apertura en la que el protagonista vaga por un bosque y se queda afuera de una fiesta rave a las afueras de Paris sólo para escuchar la música). Aun el momento más arriba, el viaje a New York resuelto en una secuencia de video clip con One More Time de Daft Punk de fondo, marca el fin de una etapa y coincide con la ruptura con su novia que lo acompaña en el viaje. La inclusión ocasional del humor es muy oportuna (los comentarios de la madre, el desconocimiento de los verdaderos rostros de los integrantes de Daft Punk en la puerta de las fiestas ya sea en 1995 como en 2013, la escena en que una vieja se queja por los desmanes de la juventud y uno de los personajes se da vuelta y le dice: “Señora, tengo 34 años”). Y hay algunas bellas salidas de tono (el ave de colores que aparece al principio o la lectura de una carta y un poema con las actrices recitándolo en un costado de la pantalla) que puntúan el relato. Pero a fin de cuentas, el cine francés todavía es capaz de capturar la belleza del gesto bañado de ocasional poesía (la escena en el asiento de atrás del taxi en la que el protagonista toca la rodilla de su amiga y la besa luego de una jornada en la pileta). Hay algunas similitudes con Boyhood (2014) en el sentido del paso del tiempo y la captura del momento. También con el cine de Assayas, en particular Fin aout, début septembre (1998) , a partir de la muerte de un amigo del grupo que afecta al resto y de esa imagen tan bella como enigmática sobre el final de una chica que pasa música vista por el protagonista por primera vez que le marca el paso del tiempo.