Comedia dramática en la que tres amigas salen de vacaciones a una casa en frente a la playa en la costa atlántica de Francia. Rozier expande la duración de la película aunque continúa con la misma estética casi documental, improvisada y espontánea de su Adieu Philippine (1962). Es una operación radical, alejada de la cinefilia o el bagaje intelectual con el que se suela asociar a la nouvelle vague, pero que le permiten arribar a hallazgos de puesta escena y narrativos notables. De a poco el film se va cargando emotivamente, más por la ausencia de conflictos que por su manifestación. Y los personajes, tan libres e independientes, de a poco empiezan a comprender las consecuencias de sus acciones. La presencia del personaje que las sigue hasta la playa y se instala en la casa es uno de los grandes méritos del film. No es un completo imbécil, su gesto amoroso está a prueba de cualquier humillación. Su presencia no es del todo molesta, no altera el plan de las chicas, pero indudablemente va a influir en el devenir de la historia.