Comedia dramática en la que un adolescente se pega dos tiros con un revólver y sobrevive a las afueras de Buenos Aires. Luego de un par de trabajos documentales, Rejtman vuelve a la ficción para confirmar su estilo único en el cine argentino. En este caso la premisa argumental está más cerca del drama, pero el humor no tarda en aparecer y consolidarse como el principal vector del film. Rejtman mantiene sus constantes estilísticas: la musicalidad de los diálogos, el particular tono de las actuaciones, la importancia de los objetos. La novedad en este caso está dada por una narración mucho más digresiva. En su tercio final la película se toma unas inesperadas vacaciones, se aleja de los personajes principales y deja al espectador totalmente descolocado. En el camino quedan apuntes sobre la importancia de la repetición, el intercambio constante (de objetos y de personas) y el papel de las puertas como momento intermedio.