Drama en el que los familiares de los miembros de una secta satánica que perpetraron un ataque terrorista y se suicidaron visitan la cabaña en donde se aislaron en el medio de un bosque de Japón. Inspirado en un caso real. Koreeda indaga en la pérdida, el dolor y lo incomprensible. Formalmente predominan las cámaras al hombro, la ausencia de música y los tiempos muertos que aprovechan la ambientación en la naturaleza para instalar un clima misterioso, especialmente al principio. Sin embargo los flashbacks, pese a que contienen el núcleo dramático del conflicto, cortan la fluidez del relato y de la puesta en escena. Igualmente Koreeda encuentra en el camino algunas bellas soluciones visuales: el muelle de madera a orillas del río, el rostro de la chica que ve huir a los miembros de la secta, el retorno en tren con los personajes separados, la imagen de la niebla. Algunas reminiscencias al cine de Antonioni (el malestar) y de Kiyoshi Kurosawa (lo sobrenatural) surgen con naturalidad. Koreeda empieza a repetir sus esquemas porque la distancia que busca sacrifica la entidad de los personajes.