Melodrama en el que un mendigo aconseja a una dama de sociedad caida en desgracia a conquistar al hombre de sus sueños en Buenos Aires. Adaptación de la obra de teatro Deus lhe pague (1933) de Joracy Camargo. Más allá del buen punto de partida, Amadori se excede, en la duración y en la predicación. No solo porque pinta un mundo de fantasía que poco tiene que ver con lo real. La fotografía de Alberto Etchebehere, algunos diálogos al principio logran captar la atención y la dosificación de la información respecto a la verdadera identidad del hombre atrapan. Es cierto que hay algo folletinesco y de telenovela latinoamericana (que todavía no existía), pero no molesta. Y hasta alguna lectura sobre el peronismo se puede extraer. Pero el final es ridículo.