Cuento de terror en el que un pintor alemán rescata a una mujer raptada en una tumba de Egipto y la lleva consigo a Alemania. Ernst Lubitsch es el equivalente a D.W. Griffith en el cine alemán. La inclusión de un flashback por corte directo, es decir, sin intertítulos, resulta ejemplar del temprano dominio de la técnica cinematográfica. Tal es así que no parece una película de terror. El duelo final tiene una vibración sobrenatural, aunque más no sea porque se incluye uno de los pocos movimientos de cámara de todo el film. En algunos gestos ya se vislumbra el toque Lubitsch: el hombre que quedó tendido después de ver los ojos de la momia, las reacciones de los hombres cuando Pola Negri se pone a bailar.