Secuela de Les glaneurs et la glaneuse (2000) en la que Agnès Varda vuelve a entrevistar a las espigadoras en Francia dos años después. Más que una continuación o una expansión de los temas, Varda aprovecha la secuela para describir las repercusiones del film original y su reacción ante un reconocimiento que por lo general le fue esquivo en su obra. La forma intuitiva de acercarse al documental le permite explorar las pequeñas y modestas manifestaciones del arte (las cartas que le envían), ciertos acontecimientos de la actualidad política (marchas contra Le Pen) y la dimensión humana de los personajes que siguen haciendo lo mismo. También hay lugar para revisar aspectos críticos de su obra: los marginados de Sans toit ni loi (1986) , la espiga de Documenteur (1981) y una escena de Jacquot de Nantes (1991). Y para una sentida confesión y recuerdo a Jacques Demy. A partir de una fotografía en video, de breves intertítulos y de un leitmotiv musical, el film demuestra que la sencillez es el mejor camino para llegar a la emoción. Esa simple imagen de las papas con forma de corazón es el mejor resumen de este díptico tan original como honesto. En el ocaso de su carrera Varda encuentra reencuentra su lugar en el cine francés con documentales en primera persona.
