Comedia en la que una población que aloja a delincuentes se rebela en Baltimore. John Waters escenifica una especie de épica feminista trash y sigue mejorando el manejo de la estructura narrativa (la inserción de flashbacks con sentido), de la comedia (la anormalidad que invade la normalidad y viceversa) y del uso del vestuario y los decorados (los contornos casi expresionistas del castillo). Hay escenas de striptease de esclavos y de lesbianismo. El film está al borde de la explotación. Juega con las fantasías sexuales de ricos y pobres. Waters conserva el poder para shoquear (el niño en la heladera) y sorprender (los niños jugando al doctor), pero algunos chistes ya parecen gastados (la operación, el vóley desnudo). Es el fin de una etapa.