Cuento de terror en el que un policía investiga una serie de inexplicables crímenes que involucran posesiones demoníacas en el Bronx, New York. La historia está inspirada en un libro de no ficción de un ex policía de New York, pero la adaptación sólo toma un puñado de escenas. Luego de la buena experiencia que supuso Sinister (2012), Derrickson sigue en el género de terror. Pero este film es mucho más costoso, esquemático y rudimentario. El estilo visual, todavía deudor de Se7en (1995), no encuentra nunca el tono amenazador y perturbador que las imágenes pretenden porque el ritmo acelerado es monótono. El prólogo en Irak, los extraños casos en New York y la escena en el zoológico están rodados de forma idéntica. La imagen de una calesita de noche iluminada por una linterna podría ser aterradora si el plano durara más de un segundo. Si a eso sumamos la abusiva utilización abusiva del sonido en los sustos y el hecho que el protagonista investiga lo que el espectador ya sabe desde el principio, el producto está al borde del desastre. En la parte media el film encuentra algo de tranquilidad con las conversaciones del policía con el sacerdote. Independientemente de su verosimilitud, este personaje otorga un necesario contrapunto a la investigación del protagonista. Pero las tópicas escenas familiares sólo presagian el secuestro de su esposa e hija. Para el final sólo queda la por momentos ridícula y por momentos genial escena del exorcismo. Derrickson ya tenía experiencia en el tema con The Exorcism of Emily Rose (2005) así que aquí trata de redoblar la apuesta.