Thriller de acción en el que un ejecutivo de una compañía de seguros busca venganza por la muerte de su hijo en Columbia, South Carolina. Wan intenta resucitar el subgénero de thriller de revancha que tuvo su auge en la década de 1970. Adapta al mismo autor de Death Wish (1974) con una vuelta de tuerca más en el guión. Si bien hay que soportar unos primeros 45 minutos tramposos y manipuladores, después la película mejora. A partir de la secuencia de la persecución en el estacionamiento (un prodigio técnico que muestra un plano secuencia que sube y baja de nivel), el film adquiere un tono cercano a la pesadilla. Afortunadamente escapa al clímax facilista de la familia en peligro en la casa y adopta las poses de un western urbano, con referencias a Taxi Driver (1976), hasta transformar a su protagonista en un criminal demente y asesino implacable en un clímax híper violento. El problema es que Wan es demasiado consciente del artificio. Por lo que la fábula carece de sentido y los estilismos visuales sólo están en función de lo aparente. Pero tampoco hay que pedirle mucho más. Wan abandona el género de terror, pero sigue mirando a la década de 1970. Tal vez demasiado.