Film de acción y ciencia ficción en la que un conductor de autos es condenado a prisión para que compita en una carrera mortal entre presidiarios en Estados Unidos en el año 2012. Remake de Death Race 2000 (1975). Como Hollywood sigue empeñado en hacer remakes de películas de la década de 1970, tarde o temprano tenía que encontrarse con productos de la factoría Corman. El problema es que en las nuevas versiones nada queda de la anarquía, la sencillez, la inteligencia y la rebeldía originales. Y como Paul W.S. Anderson parece más interesado en establecer franquicias, como Resident Evil (2002) o AVP: Alien vs. Predator (2004), que en filmar buenas películas, las posibilidades a priori del producto resultaban nulas. Ya desde la secuencia inicial, que parece querer destruir al cine de Michael Bay, pasando por la fotografía grisácea, oscurantista, feísta, similar a un videojuego y por el argumento como simple vehículo para Jason Statham, hasta los personajes secundarios despreciables en cada intervención, queda claro que la incapacidad expresiva va a ser la norma de la película. Por no hablar del papel decorativo de las mujeres, de la espantosa banda sonora, de los diálogos escupidos como basura o de Joan Allen como la directora de la prisión. El film no necesita ser una sátira al totalitarismo o una crítica a la violencia en los medios (como el original). Los representa en estado inicial. Aun con un puñado de dólares y con menos del 1% del presupuesto de esta versión, la película de Paul Bartel era un film mucho más ambicioso logísticamente porque la carrera se desarrollaba a lo largo de los Estados Unidos y no en un descampado que oficia de patio de prisión. Si Anderson supo ser una esperanza en el terreno de la ciencia ficción de la década de 1990 con Event Horizon (1997) y Soldier (1998), rápidamente se auto descalificó con su obra posterior.