Comedia dramática en la que un joven cinéfilo planea hacer un film de su vida en New York con una cámara de 16mm. Jim McBride debuta en la dirección con una película que constantemente hace referencia a su dispositivo de producción. Más que un falso documental (como se lo ha calificado constantemente) el film es una especie de parodia a los postulados del cinéma vérité. A partir de una vida y de un personaje banal que filma su vida a lo largo de una semana alternándolos con comentarios de un cinéfilo influido por la nouvelle vague, algunos ejercicios formales (ralentíes, travellings por las calles y plazas, lente deformado de la cámara, planos cenitales en primera persona), entrevistas con un amigo y un travesti en la calle y segmentos experimentales (el rápido montaje de todos los planos que vio durante una noche en la televisión) la película no tarda en encontrar el vacío narrativo de la propuesta. Pero no por ello deja de ser válido el experimento. La novia lo abandona porque intenta filmarla en todo momento en lo que sería la única acción relevante de la historia. De allí el comentario celebratorio de la masturbación, la escena en que el protagonista queda atrapado por su dispositivo sin nada que decir y la resolución abrupta a causa de un imprevisto robo de la cámara.