Drama en el que un director que exige el máximo de compenetración de los actores en sus papeles filma una película sobre la separación de una pareja en New York. El film supone una especie de confesión del propio Ferrara (luego de su consagración artística a principios de la década de 1990) en la que puede dar cuenta de su proceso creativo. La película puede ser vista como un testimonio de uno de los últimos guerreros del cine (la cita a Werner Herzog tampoco es gratuita), cuya forma única de sentir el proceso creativo genera un atractivo juego de realidades paralelas en las que el personaje / director entra y sale constantemente, pero que también se aplica también a todos los actores y artistas. El arte como forma de vivir.