Comedia de terror en la que un profesor y su asistente viajan a Transilvania en busca de vampiros. La excelente ambientación en la nieve y los castillos, la puesta en escena puramente visual (pocos diálogos) y la aparición de un vampiro homosexual demuestran que Roman Polanski se ríe, pero respeta los arquetipos del cine de terror. Para el recuerdo queda la belleza de la escena del baile filmada en plano secuencia y la maliciosa resolución (ni en una comedia Polanski nos deja un happy end).