Comedia dramática en la que tres chicas reciben a una nueva estudiante en un campus de una universidad de New England. Stillman vuelve a la dirección luego de 13 años, de la mala recepción de The Last Days of Disco (1998) y de varios proyectos frustrados. Tal vez le hizo bien el parate. Si formalmente las virtudes y defectos son los mismos (la abundancia de diálogos ingeniosos, la mirada irónica a la neurosis de los personajes, la chatura visual que abusa del teleobjetivo), ahora hay algo decididamente a contracorriente en su cine. De manera tal que las elipsis temporales, las referencias a Renoir y Ophüls (el espejo), las actuaciones que encuentran espacio para el artificio, algunos gags afortunados, el intento de definir una época desde sus márgenes y el micro presupuesto se adaptan mejor a las pretensiones del film. Claro que algunos personajes se pierden en el montaje, que los diálogos tienden a la proclamación o la definición y que la cuestión del baile resulta bastante superficial. Stillman entendió que el cine independiente americano se convirtió en una parodia de sí mismo. Ahora trata de seguir desde ahí.