Sexto capítulo de Puppetmaster (1989) en el que dueño de una feria de títeres contrata a un joven para que realice uno nuevo en California. El film es una serie B a la antigua: se nota que la niebla es humo blanco, las escenas de auto tienen el fondo trucado y los relámpagos son manchas de color en la pantalla. Por eso resulta tan atractivo en tiempos de asepsia digital. Todos sabemos que los films de terror de DeCoteau no intentan asustar. Aquí tiene que respetar cierta iconografía terrorífica de los muñecos, pero eso no le impide desarrollar algunas temáticas más estimulantes (la explotación a un joven humilde a partir del trato amable, cierta desconfianza en la naturaleza humana o el homoeroticismo latente). Sin embargo la historia de amor entre la hija del protagonista y el joven y la trama de la pandilla que molesta a la pareja no pasan del target de 12 años. Los cuatro asesinatos que suceden en el tercer acto dan unos bienvenidos toques gore. Los seis muñecos de siempre están muy bien hechos aunque no tienen mucha importancia en la historia, especialmente en la primera mitad. La resolución es bastante abrupta. De hecho circulan rumores de que se perdió el último riel y hubo que terminarla con lo que quedaba. La serie Puppetmaster se perpetúa en el tiempo, pero sus resultados no pasan de una leve simpatía bizarra.